“Cuando tu misión y objetivos están alineados con un propósito que va más allá de un ingreso o de nuestro propio beneficio, el trabajo se vuelve liviano y la ganancia financiera inminente”.
¿Cuál es el Propósito de tu negocio?
La Definición del Propósito de tu negocio debería ser el primer paso. Y digo debería porque, por experiencia, en la mayoría de los casos, no lo es. Así que, si ya llevás tiempo con tu emprendimiento y aún no tenés claro el propósito de tu negocio, no te desmotivés.
Un gran porcentaje de emprendedores no saben exactamente qué es lo que quieren hasta que lo están haciendo. Yo llamo a esto ganar claridad a través de la acción.
Pero sí es importantísimo que, en algún momento de tu proceso, cuanto antes mejor, dediqués tiempo suficiente para definir el Propósito, la Misión, los Principios y los Objetivos de tu negocio.
¿Por qué es tan importante definir el propósito de tu negocio?
Simple. Si lo que querés es tener un negocio que sea rentable, necesitás una estrategia. Y el propósito es precisamente la columna vertebral de tu estrategia, es la base para tomar decisiones y la razón por la cual tu negocio existe.
A mi me gusta pensar en el propósito como el ALMA de tu negocio. Esa razón de ser que se identifica y conecta con vos, con lo que te apasiona, con lo que te importa, con esa fuerza que te va a permitir continuar aunque las cosas no vayan siempre tan bien.
El propósito de tu negocio es, por tanto, un apoyo para cumplir con TU PROPÓSITO de vida. ¿Y cuál es tu propósito de vida? Bueno, eso es muy personal. En mi opinión todos vinimos con el propósito de ser felices, de hacer lo que más nos emocione hacer y nos permita vivir la vida que queremos vivir.
Por esto es que este paso no lo podés delegar a otra persona. Un estudio de mercado, el diseño de tu página web, el manejo de las redes sociales, todo lo demás, lo podrías contratar con alguien experto en el tema, esto no, porque el único experto en hacerte feliz sos vos mismo.
En Japón existe el término Ikigai, que se refiere a “la razón de vivir” y aunque se usa más a nivel personal, muchas empresas lo han tomado como base para encontrar la razón de ser de sus negocios.
Se dice que para encontrar el Ikigai debés considerar cuatro grandes áreas:
1. Lo que amás hacer (¿qué te apasiona?).
2. En lo que sos bueno (¿tenés conocimiento?)
3. Por lo que te pueden pagar (¿hay mercado?)
4. Lo que el mundo necesita (¿agrega valor?)
Antes de convertirme en mamá, trabajé en una empresa trasnacional con más de mil empleados y mi último proyecto fue relacionado a Excelencia Operacional.
La empresa invirtió grandes sumas de dinero para lograr comunicar de una manera efectiva el propósito, la misión y los objetivos de la organización a cada uno de los empleados, desde los operarios hasta los gerentes.
Y no sólo era comunicar el propósito, si no el cómo cada uno de ellos aportaba a que todos juntos, como organización, lográramos cumplir con ese propósito. Cuando esto estuvo claro y todos adquirieron ese sentimiento de pertenencia, mejoraron las métricas, los índices de calidad, de producción e incluso los de rotación de personal.
Fue hasta este momento que, realmente entendí la importancia de tener un propósito claro y ver cómo se veía una organización en donde todas las ruedas del engranaje iban hacia un mismo rumbo.
Por supuesto que alguien dirá… ¡pero yo soy el único empleado de mi compañía! Y yo te respondo, ¡enhorabuena!
Mucho más fácil empezar desde ya a construir tu negocio con bases sólidas, así cuando tengás a tu primer colaborador, podrás ser muy conciso y claro en hacia dónde va la empresa y cómo él o ella puede impactar al cumplimiento de dicho propósito.
¿Qué pasa si no tenés el propósito de tu negocio claro?
Sin propósito no hay misión, ni objetivos claros…
Imaginá por un momento que estás en una habitación con otras 20 personas. De pronto alguien pregunta, ¿podrían por favor señalarme el norte?. ¿Qué creés que sucedería?. Probablemente todos apunten su dedo hacia diferentes direcciones.
Y esto precisamente es lo que sucede cuando no hay un propósito claro. En el día debemos tomar decisiones, priorizar nuestras tareas, escoger las colaboraciones, evaluar alianzas, proyectos, temas, etc.
Si nosotros mismos no tenemos el norte claro, probablemente pasemos los días ocupados con mil cosas y ninguna de ellas estará alineada con nuestro propósito (nuestro norte) ni nos acercará a nuestros objetivos.
Otros problemas de NO tener un propósito claro, para cualquier tipo de negocio son:
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Si no tenés el enfoque de tu negocio claro probablemente tus acciones o decisiones no estén alineadas con lo que querés lograr.
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Tus clientes/audiencia/potenciales patrocinadores estarán confundidos. Si tu contenido es confuso, es probable que las personas que visiten tus redes, tu blog o tu negocio en línea no entiendan bien qué ofrecés y se terminen yendo, perdiendo así la oportunidad de ganar ese cliente.
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Podrías desgastarte y perder motivación. Sin un norte definido, estarás disperso y haciendo tareas que te drenan energía y que no aportan a tu objetivo. Te podrías sentir desmotivado al no ver resultados.
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Podrías sentirte abrumado. Sin enfoque te podés llenar de tareas que son consideradas desperdicios (pronto les hablaré de los 8 desperdicios). Por lo que es fácil sentirse abrumado y poco productivo. Perderás tiempo dedicando tu esfuerzo y tiempo en tareas que no te agregan valor.
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Frustración y más frustración.
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Falta de compromiso y poca proactividad. Es posible que, sin la cancha bien demarcada, tu equipo no se anime a ser proactivo, limitará su creatividad porque no tienen claridad sobre las expectativas y el rumbo de la empresa.
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Tu equipo podría desmotivarse, al no tener claridad podrían sentirse poco productivos y que no agregan valor a la empresa. Esto se reflejará en las métricas y resultados de tu empresa.
Ok, pero y entonces…
¿Cómo definís el Propósito de tu negocio?
Como hemos venido hablando hasta el momento, definir el propósito es un trabajo de introspección.
Recordá que el propósito es permanente, no varía con el tiempo como sí podrían variar los objetivos, por ejemplo. Por tanto no es un proceso que podás terminar en 30 minutos.
El proceso consiste en hacerte una serie de preguntas clave, que te van dando claridad sobre qué es lo que querés construir. Se recomienda incluso hacer pausas, para releer tus respuestas con mente fresca y ver cómo te sentís con ellas, ¿es tu voz?.
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¿Por qué querés un negocio?
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¿De dónde surgió la idea?
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¿Por qué es importante para vos?
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¿Por qué sos vos la persona ideal para hacerlo?
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¿Sentís que podés trabajar en esto toda la vida?
Estas son algunas de las preguntas que forman parte del proceso.
Recordá, si no estás listo para este proceso no te paralicés en este paso.
Pero intentalo, pues tener el propósito claro y una estrategia alineada a ese propósito, es tener un GPS que te irá guiando en cada decisión que tomés de ahora en adelante.
Creeme, en los momentos más críticos, cuando todo se pone cuesta arriba y necesitás aferrarte a algo para poder seguir siendo intencional y avanzar… ese GPS, ese para qué estoy haciendo esto, es simplemente invaluable.
¡Espero que este artículo te sirva montones!
Un abrazo,
Ánge